El deporte en la actualidad está asociado
al consumo de eventos deportivos, esta filosofía se transmite a través de una
red global de interdependencia entre ciudadanos de distintos países. Las
competiciones deportivas son disputadas por los mejores deportistas traídos de
diversos países. Estas competiciones son financiadas por instituciones internacionales
y empresas multinacionales que de manera mediática se involucran en la
estructura deportiva, tratando de imponer el consumo de este producto llamado
deporte.
Esta industria del deporte impone modelos y
estilos de vida, el caso más representativo es la imposición de la moda
deportiva. La comercialización de este bien cultural se asocia a la vestimenta
y al calzado como parte de ese proceso global.
La oferta y venta de material deportivo no
es sino la etapa final dentro de una red comercial, que trae consigo la
intervención de creadores, industriales, distribuidores y empresas
publicitarias que exportan a los cinco continentes sus artículos deportivos.
Dado
que el deporte moderno ha sido inventado por y para hombres, no debería
asombrarnos que el deporte global refleje, una filosofía y confrontación
sexista. Además, los círculos del poder (FIFA, UEFA, COI) se mantienen aún
masculinizados. El mundo del deporte global es, por tanto, masculinizado y la
autoridad y poder están aún en manos de los hombres (Hargreaves, 1994).
Paralelamente
con la globalización del deporte moderno, hemos asistido al surgimiento de
prácticas que educan al cuerpo. Desde el siglo XIX al XX viene surgiendo una
forma deportiva denominada "drill", práctica europea de gimnasia y
danza, entrenamiento y educación física. La razón de estas prácticas se
encuentra en los cambios ocurridas al final del siglo XX en comportamientos
sociales tales como Estudio del Movimiento Humano, Ciencias del Deporte y
Estudios Kinesiológicos (Kirk, 1998). Los gobiernos, a través de sus políticas
obligatorias de educación física escolar, han jugado un papel muy activo en la
globalización del deporte.
Desde
sus formas más incipientes hasta sus manifestaciones más elaboradas del
presente, el deporte ha reflejado y reforzado la medicalización, cientifización
y racionalización de la expresividad humana. El atleta es visto cada vez más
como una máquina eficiente, asociada a una ética del deporte relacionado con la
performance "máxima". La lógica actual puede estar llevando al atleta
hacia la modificación genética y la coexistencia con el hombre robot (cyborg)
(Berryman y Park, 1992; Hoberman, 1992).
Ante tales argumentos se hace necesario
respetar la idiosincrasia del deporte popular y sus variadas manifestaciones.
El deporte tradicional es parte del legado cultural de cada país.
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